Una cabaña alquilada por una madre. Unos amigos que no se ven desde secundaria y una puerta que les juega una mala pasada. ¿siete días por delante y dos conocidos que terminan siendo mejores amigos? El frío les hará cambiar de opinión.



martes, 3 de agosto de 2010

tranquilidad y buenos alimentos



Tranquilidad, y buenos alimentos.


Tercera persona

Robert corrió hacia ellas y se dejó caer al suelo. Arrimó a su hermana a su costado y acarició su pelo.
— Joss— dijo con voz estrangulada. — Corre, por lo que más quieras, Katy no despierta.
Al cabo de diez minutos el hermano menor de los tres ya estaba en la casa.
— Cuéntame— urgió.
— No sé— contestó el hermano. — Cuando he venido, Alice intentaba despertarla.
— ¿Cuánto tiempo hace que estaba aquí? — preguntó con su vena médica. Había estudiado para ser enfermero y le sirvió para entrenador.
— Pues… desde la mañana… yo diría las once y media o no sé… ¡No lo he contado! — terminó nervioso, sin saber que decir.
— Tranquilo, esperad aquí.
Joss salió de la habitación y se fue a su despacho. Cogió unos papeles que tenía en el cajón bajo llave y cerró veloz.
— ¿Qué es eso, Joss? — preguntó la hermana, quien estaba ida hacía unos momentos.
— Cuando me vine a vivir, ella sufría ataques de ansiedad.
— Eso ya lo sabía— le informó ella.
— Pero no, que se tuvo que medicar, como dijo Mathew y que yo la seguiría.
Los dos enmudecieron.
— ¿De verdad? — preguntaron los dos al unísono.
— Sí. Cuando tenía ataques o estaba demasiado nerviosa por mi cercanía los primeros meses… hay que admitirlo— se cortó el mismo— aunque fuese su amigo, vivir con un hombre y verlo a veces semidesnudo es duro y más con el problema que ella tiene…
— ¿Entonces es verdad? — preguntó Robert. — ¿Ella le teme a los hombres?
El hermano entrenador asintió con la cabeza.
— ¿Y qué son esas gráficas? ¿Y esas notas…?— preguntó Alice.
— Las hice por petición de papá. Al principio estaba fatal, pero poco a poco ha ido mejor. Ella me lo cuenta todo y tiene sus calmantes…
— No creerás que…— sospecho recelosa Alice.
— No creo que sea tan mema como para tomarse tantos calmantes. ¡Tan sólo estaba Robert en casa! — quedó asombrado.
— Robert, —pidió Alice— ¿ha pasado algo como para que Katy se tomase los calmantes…?

— ¡Qué QUÉ! — exclamó Alice al escuchar la historia, totalmente fiel.
— Katy estuvo a punto de sufrir un colapso….
— Lo siento— se disculpó Robert totalmente disgustado— no debería haberlo hecho…
— ¡Claro que no! — le riñó Mathew desde el teléfono— pero no hay culpa sin sangre. — Joss— pidió— ¿cuántas rayitas había en el panel?
— Unas tres… dos y media.
— En tal caso, — suspiró Mathew aliviado— no creo que sea nada grabe, una sobredosis es a partir de las cuatro pastillas con los miligramos que ella tiene. No se tomó ni la mitad, e incluso cuando se toman cuatro, no se sufre grabes secuelas.
Todos suspiraron, incluso Robert, quien se sentía gravemente arrepentido.
— Colgamos, papá— avisó Joss serio.
— Os quiero hijos.
— Y nosotros. — dijeron Alice y Joss.
— Tu también Robert.
— Y yo Math… papá.
Pasado unos minutos en que Alice y Joss se enfrascaron en una amena conversación:
— ¿Y que hacemos? — preguntó Robert.
Todos miraron a Joss.
— Despertarla no vamos a poder. Tan sólo nos queda esperar a que ella lo haga. Si lo que ha apuntado es cierto, habrá de despertar hasta que los efectos desaparezcan, es decir, unas cuatro horas a lo sumo…
— ¿Y si no es cierto? ¿Y qué, si ha tomado más?
Joss no le dio tiempo a responder a Robert, quien todavía se sentía culpable. Aunque una parte de él, agradecía lo bien que se sentían esos labios sobre los suyos.
— Tranquilo. Estaría convulsionando y cosas peores que no querrás saber…
Estuvieron algunos minutos en un silencio cómodo para dos de las tres personas que había en la habitación.

End tercera persona.

De lo único que me acuerdo era de haber apuntado las píldoras, de meterme en la cama y de nada más. Cuando fui abriendo los ojos me encontré con tres pares de ojos bien diferentes. Unos ojos marrones oscuros, que me miraba con reproche, otros verdes chillones, que me observaban con desahogo y por último otros verdes esmeralda con un brillo especial, estaban arrepentidos de algo que no sabía.
— ¿Katy?
— Sí, Joss, me llamo así. — todos me miraron. Luego clavaron sus ojos en los míos
— ¿No sabes que has hecho, verdad?
— ¿Algo malo?
— ¿Algo malo? —repitió Alice— ¡Algo malo! — más alto, ahora gritaba. — ¡Eso es quedarse corto! ¡Katy! ¡Te has tomado tres tranquilizantes! ¿Es eso algo malo?
Tragué
— Em… bueno… no ha pasado nada así que…— dije mientras me levantaba, pero no moví ni la rodilla antes de que mi recamara diera un par de vueltas y los músculos agarrotados me tivasen.
Caí a mi cama.
— Deberás hacer más, aún, reposo. Estás cansada de descansar. Si te levantas te marearás. Yo de ti, estaría un poco más en la cama.
Bufé ante lo que me recomendó mi enfermero.
— Vale.
— Yo dormiré fuera— avisó Robert saliendo del cuarto— Así te dejaré tranquila.
— Esto le durará como mucho un día. — le informó Joss a Robert. — Para mañana estarás mejor— me miró todavía con su vena médica— Igualmente… Alice, llama a la Universidad— le mandó mirándola—, a su amiga, o quien vaya a su clase, que no irá por la tarde. El médico le ordenó reposo. Alguien le entregará su trabajo de final de semestre. [1] No creo que un ataque de pánico sea lo más indicado.
Bueno, al menos tenía algo de suerte. Esa noche dormiría en mi cama.

Tercera persona.

Katy estuvo toda la tarde en cama, mientras que Alice volaba de habitación en habitación. Alice sabía que en realidad Robert podría dormir en casa de los vecinos, pero no estaría nada cómodo con dos parejas, además, él y Katy debían tener algo de contacto. Si no, sería una semana horrible.
Cuando la noche cayó, Katy bajó agarrándose por las paredes a la sala de estar, dónde estaban los tres “hermanos”
— ¡Katy! — exclamó Joss. — ¡qué te hemos dicho sobre salir tan tarde!
Ella rodó los ojos.
— Voy a por un vasoooooooo.
La última vocal se alargó ya que la habitación dio un giro demasiado brusco para Katy y todo lo vió borroso. Joss saltó del sofá para poder coger a Katy, pero había sido demasiado tarde, se había caído de bruces y para rematarlo, tenía el tobillo torcido.
— ¿Te has vuelto a caer, Katy? — preguntó Alice, despreocupadamente. — ¿Katy?
Katy no contestaba. Había caído en un sueño profundo.
— Yo la llevaré a su cuarto.
— Ella duerme abrazada a una almohada. — le advirtió Alice, mientras se volvía a sentar y miraba la televisión.
Robert acomodó a Katy en sus brazos y pasó sus piernas por su cintura, quedando como una bebé entre Robert.
Robert se sintió completo en ese instante en que Katy se acomodó entre sus brazos y pasó los brazos por el cuello.
Empujó la puerta ya abierta del cuarto de Katy y la llevó hasta la cama doble, que Alice le obligó a comprar cuando se mudaron. Katy, quien estaba muy a gusto dónde estaba, y que ya no se sentía desprotegida, apretó su agarre a su “almohada”, intentando no tirarla como tantas veces.
Robert, que no sabía qué hacer, intentó soltarse de ella.
— Vamos, Katy, suéltate. Venga…— le canturreaba flojo en su oído. Pero Katy no actuaba. Estaba muy a gusto.
— Díos, mío… ¿tendré que dormir así? — se preguntó Robert.
— ¿Pasa algo? — bisbiseó una voz a las espaldas de éste.
— ¡Ayúdame, Alice! — musitó con voz quebrada. — ¡Katy no me suelta!
— Robert, te dije que duerme con una almohada, — le contestó Alice, mientras se sentaba en la cama. Robert cayó a la cama, entre las piernas de Katy. — Y esta noche te tocó a ti, y por lo que veo, le gustas. No ha gritado.
— ¿grita por las noches? —preguntó Robert, mientras miraba el rostro más bello que había visto nunca.
— Nadie sabe por qué, pero a veces se despierta de golpe gritando, luego dice que había tenido una pesadilla y se vuelve a dormir, hasta el día siguiente. Hay veces, que no se acuerda si quiera.
Robert miró a su hermana y luego volvió a mirar a Katy.
— Duerme con ella, no se enterará. Así hay alguna noche que la pasa tranquila, entera.
Alice se marchó del cuarto, después de besar a Katy en la mejilla y a su hermano en la frente, mientras éste se acomodaba en la cama con Katy y ella agarraba fuerte el cuello de Robert, mientras se amoldaba a su pecho.

Robert se pasó algo de la noche, contemplando el rostro de la mujer que dormía entre sus brazos y como musitaba cosas sin sentido e indescifrables. Una vez, frunció el ceño, y se agarró a su camiseta azul grisácea para dormir, luego, lo soltaba suspirando y acercándose más a Robert.
Cuando la alarma de Alice despertó a casi todas las personas de la casa, -casi todas, porque Joss estaba roncando en su día de levantarse una hora más tarde, y era imposible despertarlo sin que sus ronquidos amortiguaran el ruido. – y Robert se terminó de despertar con el “Mierda, tengo que levantarme” de Alice.
Katy se movió, logrando dejar escapar a Robert, y se dio media vuelta, colocándose la almohada en la cabeza, musitando un “Mamá, cinco minutos más”
Robert rió bajo y Katy sonrió ante el sonido. Éste besó la frente de ella y se marchó sin hacer ruido.
— ¿Pudiste escapar, Robert? — preguntó en broma, una Alice en pijama.
— Sí. — suspiró.
— Ven, — dijo mientra tomaba su mano. — Vamos a desayunar.

End tercera persona.

El despertador de Alice me sacó de un sueño taaaaan bueno. No había dormido tan a gusto desde hacía mucho tiempo.
Cuando me levanté, una colonia llegó a mi nariz, llenándome de la fragancia de Robert.
Me estaba encaminando al comedor, con toda la mala leche que tenía de recién levantada cuando…
— ¿Crees que tiene un trastorno o de pequeña le pasó algo? — preguntó Robert, haciendo ruido mientras sorbía su café.
— No sé. — contestó Alice. — Mira, si te soy sincera, no me trago eso de que no tiene nada, que sólo es miedo. Su madre la encontró un día en el parque de debajo de su casa, cuando llovía, columpiándose en un balancín, con la mirada perdida y las ropas manchadas de barro y un poco rozadas. Pero la cosa está, — siguió contando— en que cuando le preguntas, ella no contesta. Dice que no se acuerda de nada de eso.
Robert musitó un “ah” bajo.
Iba a asomarme a la cocina, pero algo me paró los pies. Un hombre con un gorro marrón y un bastón. Un parque, un columpio… Imágenes nada nítidas, avasallaron mi mente y un gemido salió de mi boca a la vez que tomaba mi cabeza entre mis manos.
Una niña gritaba. Gritaba pidiendo ayuda, pero nadie se detenía.
— ¡Aaaaaah! — grité. — Por favor, ¡para!
Nadie me venía a buscar de la tormenta. ¡Nadie! Dos hombres pasaron por la acera, y no me ayudaron, ¡no me ayudaron!
— ¡Katy, Katy, qué te pasa! — gritó alguien, a la vez que me cogía como una niña pequeña y me acunaba en su hombro.
— Llévala con Joss. — ordenó…

N/A: Después de taaaaanto tiempo… ¡He vuelto! Lo siento por retrasarme taaaaaaaaaaaanto! Entre que perdí los documentos, seguí con otros fics, exámenes, nuevo pc, pérdida de nuevo de los documentos, finales, vacaciones..TT
Que vergüenza...
Bueno, quería dedicarlo especialmente a los poquitos que siguen la historia :)
Al.

martes, 6 de abril de 2010

And you can see my hear beating…


And you can see my hear beating…

Tercera persona.

Katy pasó toda la noche abrazada a unos de los cojines del sofá, aovillada, mientras moría con cada lágrima que escapaba de sus ojos chocolate.
Eran las seis de la mañana cuando una Alice casi arreglada, entraba a la habitación de música, y rápidamente cerraba la puerta.
“¿Qué era todo ese ruido?” pensó rápidamente, mientras la volvía a abrir. Entró rápidamente y apagó los altavoces que sonaban. Katy velozmente abrió los ojos al notar que la música había parado.

End tercera persona.

De repente la música cesó y me desperté de golpe. Aunque parezca extraño, yo podía dormir perfectamente con la música a todo volumen, mientras sea clásica, o instrumental. Y ahora que ésta no sonaba, mi tranquilidad había desaparecido.
— ¿Quién anda ahí? ¿Quién paró la música? — pregunté, mientras mis ojos se acostumbraban a la obscuridad.
— Soy yo…
— Vete, por favor. — le pedí intentando aguantar los sollozos.
— Pero… — me interrumpió.
— Alice, por favor…— no aguantaron. Ya se notaban.
— De acuerdo…— antes de cerrar la puerta dijo algo: — pero quiero que sepas que siento lo de ayer.
Se marchó y a mí me dejó peor de lo que estaba.
Al final, no podía llorar más de lo que lloré por la noche. Quizás la gente podría pensar que hice de una piedrecita una gran montaña. Pero Alice me prometió que no sacaría el tema. ¿A caso cuando tienes miedo a algo, hacen o dicen cualquier cosa para ofenderte o causártelo?
Así me sentía, herida.
Supongo que Josh ya se habría ido, así que estaba sola en casa, salvo por Robert. Por mucho que me doliera, debería salir, y hacer la comida para Alice…
Me levanté, y me miré en el espejo que había frente al piano. Mi cara estaba marcada por dos líneas onduladas rojas que empezaban en mis ojos y terminaban en mi mandíbula. Mis ojos estaban rojos, mi pelo enmarañado y mi piel más pálida de lo normal. La verdad, no tenía ningunas ganas de salir, además, eran las… ¡Las siete menos cuarto de la mañana! Decidí ir al baño, y luego… iría a recoger algo a mí cuarto-por mucho que me repugne la idea- y meterme de nuevo en mi sala de música.
Salí sin hacer mucho ruido, y entré en el baño, sin picar ni nada. ¿Para qué, si seguro que estaría durmiendo en MÍ cama. ¿Podía ser la vida más injusta conmigo?
— ¡Aaaaaaaaaaaaw! — grité cuando ví un cuerpo semidesnudo, envuelto en una toalla. — ¡¿Qué haces?!
— ¡Qué haces tú! Yo me estaba bañando— se defendió— Procura llamar a la puerta antes de entrar. Si no tendremos mal entendidos tú y yo en las vacaciones.
— ¡Uuuuuuuuuuuuuurg! — bufé y grité a la vez, haciendo que saliese de mi boca un sonido muy extraño.
Repito ¿podía ser la vida más injusta conmigo? Respuesta: Uy, sí… Y seguro que sería aún más.
Cogí la ropa de mi habitación la más deprisa que pude, - y abrí la ventana todo lo que pude, porque había un perfume a colonia de hombre por todos lados, y si quería dormir, no podría con eso.-
Cerré la puerta de un solo golpe, y me metí en el cuarto de Alice. No tenía ganas de bajar a la planta de abajo.
Cuando estuve más o menos arreglada, salí. Y mira por dónde.
— ¿Tengo que encontrarme contigo siempre o es que eres omnipresente?
— ¿Estas loca, o siempre eres tan estúpida con la gente? Perdón, rectifico ¿o sólo con los hombres?
¡Pero que desfachatez!
— ¡Pero bueno! ¡Eres tú el antipático! — ¡y me miraba como si estuviese hablando en chino!
— ¡Tú empezaste a ser la antipática. ¡Si de verdad no me quieres aquí dilo y me iré! — me gritó enfadado. Incluso me dio miedo. — ¡Si eso es lo que deseas! ¡Venga, hazlo de una vez! ¡Échame!
Y por una vez en toda mi vida, no sé porqué reaccioné de esa manera. Le estampé mis labios contra los suyos, y luego, le miré a los ojos.
— Vete, y tal como dice Josh: así estaremos la mar de contentos— y cerré la puerta en sus narices.
¿Eso qué había sido? ¡Qué había hecho! Miré mis pulso… ¡Estaba teniendo una taquicardia!- puede que no sea posible, pero lo parecía--. Mi respiración estaba tan entrecortada que creí que me ahogaría. Me separé de la puerta, e iba a coger el pomo cuando…
— Katy, estas en el dormitorio de mi hermana, algún día deberás salir…
Mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! Es verdad. ¿Había tenido un subidón de adrenalina? ¡Nunca había besado a un hombre! Penoso. Sí, a los vente años. Pero no era el momento de hablar en eso. Cogí todas las fuerzas que vi por el suelo, pues se me había debido de caer antes, y agarré el pomo.
Caí de bruces al suelo, empujada por una puerta que se abrió sin yo girar el pomo. La posición era un tanto incómoda pues solo veía los pies de Robert y los “besaba”. Si no fuesen por ellos me habría partido la boca por el golpe.
— ¿Katy? Estás bien? — preguntó con tono preocupado.
¿Porqué leches tenía que ser ahora tan adorable?
— Espera.
Me cogió por debajo de los brazos, y me ayudó a levantarme. No me preocupé en agradecerle nada, y menos a mirarle a los ojos. No sin una escusa para lo que había hecho. Tonta Katy.
— ¿Katy? — susurró. Me quedé como una tonta adolescente hormonada mirando como pronunciaba mi nombre. Era tan… provocativo.
¿Sería que lo que no había salido en mi adolescencia, saldría ahora? ¿Podría tener una combustión espontánea con sólo verle vocalizar mi nombre?
— ¡Aaaw! — grité en respuesta a mis pensamientos. — Tengo que hacer la comida. — avisé ya en dirección al segundo piso.
¿Pero cómo iba a pensar yo, que este…. Hombre me haría eso?
Me cogió de la muñeca, atrayéndome hasta él, y poniéndome a su altura, una cabeza y media más baja. Estaba a tan poca distancia de su boca y…
… lo que en mis quince años provocó que rechazara a todos los ligues que Alice me había buscado surgió.
— No… por favor…. Por favor no…— supliqué con los ojos cerrados y la frente sudorosa. ¡No por favor ataque de pánico ahora no!
— Katy…— musitó contra mis labios. Su aliento rebotó en ellos haciendo que me pusiera aún más nerviosa.
— Rob… no… lo hagas…
Me besó con urgencia y demasiada pasión, encarcelándome entre sus brazos y juntando sus manos en mi espalda. Evitaba que pudiera separarme de él, aunque mis brazos seguían arañando su abdomen por encima de la camiseta. Me arqueó hasta quedar inclinada, y con una mano libre sujetó mi nuca para no separarme.
— Noo…— lloriqueé con sus labios en mi boca.
¡Socorro! Gritaba mi mente. Me aventó hasta la pared, haciéndome gemir pues solté todo el aire bruscamente, y me encerró de nuevo con sus brazos, uno a cada lado de mi cuerpo. Intenté huir a la primera que pude- y yo tampoco sé porque ahora no podía aguantar su cercanía- pero me lo impidió alzándome sobre él, y encajando su cadera con la mía. Enredé mis piernas instantáneamente a su alrededor, con miedo a caerme, y entonces, la ansía de antes se apoderó de mí, y el pavor y miedo de hacía unos segundos desapareció. Enredé mis brazos alrededor de su cuello y con mi mano agarré su pelo, atrayéndolo más a mí. Ninguno tenía sus ojos abiertos, y ninguno decía nada. Sólo se escuchaban los bufidos y respiraciones entrecortadas.
— Katy…— balbuceó en mi oído con voz ronca a causa de su arranque. Ahí fue cuando mis ojos se abrieron de par en par, y ahí en cuestión de segundos de su cuerpo, en cuanto bajó su brazo para aferrar mi trasero.
Corrí todo lo que pude y me metí en el cuarto de baño abajo, mientras Robert me perseguía. Suerte que yo conocía bien esta casa, y él no. Y suerte que dudó otros segundos que para mí parecieron tan veloces como milésimas.
Cerré con pestillo y me metí sin siquiera mirarme en el espejo, o quitarme la ropa bajo el grifo. El agua congelada me hacía castañear los dientes, pero así podría quitarme esa sensación de encima.
Pensé que lo iba ha hacer…

Tercera persona

Después de que Katy se calentara con una ducha templada, salió con su albornoz azul, Robert se fue a sentar al sofá, pensando en la locura que acababa de hacer.
“¿Se puede saber que me provoca esta mujer?” se preguntaba una y otra vez “Primero la admiro, luego siento amabilidad por ella, más tarde, la odio con todo mi pesar y de repente me puse en plan estúpido con ella… pero…. ¿Qué había sido esa pasión y desenfreno que me había acosado sin permiso, cuando sus labios se estamparon contra los míos?”
Mientras, Katy se había atiborrado a calmantes con tal de poder hacer desaparecer esa sensación. La congoja, la ansiedad y el miedo tras huir de Robert hacia el baño, la habían abordado sin dejar ni rastro de la pasión incontrolable que la había hecho perder.
Había sufrido un miedo terrible y un no saber que hacer, cuando Robert la había besado. Se congeló al instante, y lo único que podía hacer era pregar y arañar al hombre que la estaba besando a la fuerza. “¿porqué ahora, y porqué él”? Se preguntaba.
— ¡Ya estoy aquí! — gritó Alice cuando abrió la puerta. — ¿quién se ha muerto? — preguntó preocupada al ver que nadie decía nada.
— ¿Y Katy? — preguntó a su hermano cuando dejó su abrigo en el recibidor y se dirigió hacía el ruido procedente de la sala de estar.
— Creo que en su cuarto…— dejó caer Robert con desgana— Te he preparado la comida. Está en el microondas. Aunque esté recién hecha, caliéntatela.
Alice, boquiabierta por la escena de su hermano cuidándola, se dirigió al cuarto de Katy.
— ¿Puedo? — preguntó picando varias veces suavemente a la puerta. — ¿Katy? — preguntó ahora angustiada.
Ella, por muy enfadada que estuviera, siempre daba señales de vida.
— ¡Katy abre! ¡No me hagas tirar la puerta abajo! ¡Sé que estas enfadad, pero dime que estas ahí!
Seguía sin contestar. Robert escuchaba alboroto desde abajo, y cuando se levantó del sofá, apagando el televisor:
— ¡Katyyyyyyyyyyyyy! — gritó Alice tras pegarle un golpe a la puerta.
Robert, tras ver resurgir ese estado de sobreprotección a su pequeña, corrió hacía la habitación dónde había dormida más saber que de Katy se trataba.
— ¡Dios mío Katy que has hecho! — lloriqueó Alice moviendo bruscamente a Katy por los hombros, sin reacción alguna de ésta.


N/A: Buuuuf, lo siento, me he retrasado tantísimo...TT Espero que les guste el capi. No sé, verdaderamente, cuando volveré a actualizar, porque esta historia la tengo parada temporalmente. En fin, espero no perder las poquitas personas que me leían.
Beeeeso.
NAlice.

domingo, 7 de febrero de 2010

So what de Pink (II)


So what de Pink (II)

Tercera persona.

Después de que Katy se metiera al baño, Joss se ocupó de despedirse de todos, y de acomodar a Robert, enseñándole la casa.
— Alice, ¿De veras le caigo tan mal? Es que no sé que he hecho…— preguntó el hermano.
— Tranquilo. Katy tiene fobia a los hombres. En realidad, no puede convivir con ellos. Le costó algo aprender a vivir con Matt, y eso que era su padre. Pero cuando joss se vino a vivir con nosotras, fue igual o peor que cuando le tocó dormir con un chico en unas colonias.
El hermano no quedó muy conforme.
— Tranquilo, — le garantizo Alice. — no es por ti. Y no lo digo por decir. Es verdad, que podrías haber elegido dormir con tu hermano o conmigo, pero así podrás descansar…—Robert se asustó por la cara de su hermana— va bien que empecéis a entenderos un poco.

End tercera persona.


Después de estar casi media hora debajo del grifo, el agua consiguió quitarme ese peso que llevaba sobre mis hombros. En verdad, yo les tenía miedo a los hombres, a la coexistencia con ellos. Y ahora debía dormir, y/o estar casi todo el día con él.
Salí del cuarto de baño, y me metí en mi cuarto. Y no esperaba encontrarme eso.
— Oh, lo siento. Lo siento muchísimo, de veras. Alice no me dijo que…— repetía mientras se tapaba los ojos.
— ¡Sal ahora mismo de mi cuarto! — espeté toda roja aguantándome con una mano la toalla, y la otra indicando la puerta.
— Sí, sí, lo siento yo…— decía una y otra vez, mientras corría hacía la salida.
— Y le dices a tu queridísima hermana que suba.
Cerró la puerta de un portazo. Yo caí de espaldas a mi cama. ¿Cómo podía haber cambiado tanto mi vida?
Es verdad, como decía Alice, mi hombrefóbia, me había evitado tragos como presentarles a mi primer novio a mis padres, tener mi primera vez, o que me rompan el corazón. Podía lidiar estar con ellos, hablar, pero eso de… vivir en un mismo techo… no era lo mío.
— Y por eso era virgen a los veinte. ¡Y qué importa! ¿Hay alguna necesidad?
— Pues claro que la hay, chica. Lo que pasa que tu hombrefóbia te impide sentirla. Hasta que alguna vez explote. Y créeme, que cuando pase, no quiera ningún hombre estar cerca de ti. — rió Alice.
— Dime que no he dicho eso en voz alta…— pedí aterrada.
— ¡Sí que lo has dicho! — gritó Joss desde su cuarto, y unas risas suaves se unieron a sus risotadas, mientras que la voz de Joss resonaba en toda la casa con la sintonía de: ‘Virgen a los cuarenta’.
— ¡Jooooooooooooss!
Corrí hacía su cuarto, y la viva imagen del dios Adonis, se concentró en mis pupilas. Robert completamente sin camiseta y en sus short demasiado ajustados. Recordé que todavía llevaba mi toalla.
Mordí mi labio impaciente.
— Te odio Joss Smith— le grité cerrando su puerta de un golpe seco.
Alice se animó a las risas de sus dos hermanos, y al final yo también me uní. Había acabado sumiéndome a las bromas del hermano menor de Alice sobre mis no relaciones sentimentales y/o físicas.
— Alice, déjame.
Ella sofocó una carcajada, y luego señaló un conjunto de ropa.
— Ahí está lo que te tienes que poner.
Luego cerró la puerta. ¿Pero que se supone que tenía yo ahí? Iba a dormir, no ha salir. Me fui a mi cómoda, y saqué la camiseta de manga corta grande que tenía y luego mis shorts. Esto sería realmente un sacrificio muy grande. Cuando estaba por ponerme bien la otra pierna del pantalón alguien llamó a mi puerta.
— ¿S-S-í? — dije entrecortadamente mientras saltaba intentando meter la otra pata en el agujero correcto.
— Soy yo, ¿puedo pasar? Sí quieres, puedo dormir con Joss o con Alice, no pasa nada que madrugue…
— Sí-Sí— le corté— no hay problema, espera un momen….
¡Boom!
En ese instante Robert había abierto la puerta, y Alice y Joss estaban hablando desde la puerta de la habitación de ésta última. Ellos me miraron, mientras decían lo inevitable de siempre.
— ¿Qué ha sido eso? — preguntó Alice.
— ¿Es un terremoto? — contestó con otra pregunta Joss.
— ¿Es un huracán? — cuestionó falsamente Alice.
— No— contestamos todos menos Edward. — ¡Es Katherine Stibenson tras una caída! — ¡Cuántas veces me lo habrán dicho…
— Ja, Ja… muy graciosos. Me podría haber hecho daño… ¡ay!
— Dime que no… ¡Dima que noooo! — pregonó Alice.
— Creo que me he torcido el tobillo. (N/A: aquí me acordé de mí, y de la semejanza que tengo algunas veces con Bella Swan, por eso dejé que Katy fuera… algo patosilla. ¡Cuántas veces estuve yo en un hospital por caerme…!)
Robert, que estaba atónito ante la escena, dejó caer su maleta y vino a ayudarme en cuanto proferí una pequeña maldición por mi tobillo.
— Gracias. — susurré cuando me dejó en la cama.
— ¿Ves? Está bien que Robert duerma contigo. Así no aguantará los ronquidos de Joss, ni tendrá que madrugar conmigo, y podrá cuidar de ti.
No pude evitar asesinarla con la mirada.
— Vale, Vale…
— A veces pienso que habéis madurado, pero en ocasiones como esta, una con su humor patético, y la otra con su hombrefóbia, me defraudáis.
Alice y yo suspiramos.
— Mira quien fue a hablar. El tan maduro Joss Smith guión sor el más mejor.
— Bueno, ya basta. — se quejó Alice. — Katy, te íbamos a decir que si venías a cenar a casa de Kristin y Aytor, que nos invitan para tener nuestra noche de juerga…. Ya me entiendes, ahora que estamos todos reunidos… pero veo que ya estas con el pijama. ¿Por qué no te has puesto lo que te he dejado?
— ¿Y yo qué sabia? Pensaba que iba a dormir, no ha salir de marcha. — me defendí.
— Yo me iba a quedar…— dijo tímido Robert con una sonrisa en su rostro.
¿Pero qué se creía? ¿No se daba cuenta que sí molestaba? ¿Y de esa sonrisa torcida?
— Sí, hombre, lo que faltaba. — dije yo, luego suspiré— Perdón.
Sólo de pensar en estar sola con un hombre que panas conozco…
— Se refiere a que ella ya ha pasado por “la noche de juerga” así que a ti te falta. No sería justo que ella se haya divertido y tú no.
Le di las gracias moviendo los labios a Alice. Ella asintió suspicazmente.
— No les creas. Me emborracharon.
Un escalofrió le recorrió todo el cuerpo y cerró los ojos.
— Definitivamente me
— Vas. Definitivamente te vas. — le interrumpí secamente. Luego añadí: — sí yo hice la loca bebiendo y bailando, tu también. Además, estas entre tus hermanos… bueno, si quieres.
El “bueno, si quieres…” sonó como un “Hazlo por favor” Ridículo.
— No enserio, estaría bien que fuera, pero he viajo de Londres hasta aquí en avión, luego he tenido que coger un autobús, un taxi hasta llegar aquí, todo sin dormir ni un poco. Estoy realmente agotado.
Yo, realmente, me llevaré mal con él.
Más tarde, Alice y Joss se despidieron de nosotros diciendo que no nos esperaran despiertos, y vi por mi ventana, como entraban en casa de Aytor y Kristin.
— En realidad, no tenía ganas de ir allí. No sé si se pasa mal, pero estaría rodeado de parejas.
Yo en ese momento, estaba más pálida de lo normal.
— Katy, ¿Estas bien? — me preguntó pasando su mano por mis ojos.
— Bueno, ellos se comportan bien. Cuando hacíamos reuniones, y cuando también venían Sam y Arlie, no se excedían con escenas amorosas delante de mí… ya sea… bueno no importa. Te hubieses divertido. Todavía estas a tiempo…
— No estás cómoda conmigo, ¿verdad? — me interrumpió.
— Eh, bueno yo…
— ¿Es eso de que tanto habla Joss? ¿Tu hombrefóbia?
— Sí— para que negarlo, tendría que pasar mis vacaciones con él. — Es que siempre ha sido así. Y nadie ha intentado cambiarlo y ahora llegas tú y…
— Y lo cambio todo y estorbo…
— No, no…. No pretendía ofenderte. — aclaré honestamente.
— Katy, lo entiendo. No me conoces, y ahora, pues…
— ¡Que, no, hombre! No eres tú…
— Soy yo. No cal que lo niegues. Soy demasiado para ti. — dijo en tono sarcástico.
Grave error. No había otra cosa que me molestara más que alguien engreído.(N/A: sí, otra semejanza… aunque yo no hubiese actuado de esa manera…)
— Fuera.
— ¿Qué? Oye te ha molestado mi comentario… yo solo…
— He dicho ¡FUERA! — grité señalando el cuarto.
— Vale, Vale, niña rara— canturreó con burla.
Cuando cerró la puerta un gran rugido salió de mi boca y estiré mis brazos de forma que pudiese quitármelo de encima ¡Por qué tenía que venir ahora este engreído y estropeármelo todo!

Tercera persona.

Cuando Alice y Joss, bastante ebrios entraron en casa con la típica borrachera: Shh Shh, que nos pueden oír; Pero no te rias; y las típicas risitas involuntarias, subieron a la segunda planta, dónde estaban los cuarto. Joss, intentando ser maduro, abrió la puerta del cuarto de Alice por equivocación.
— ¡Joss! — le recriminó Alice susurrándole. — no ves que te has equivocado de habitación…
— Perdón…— luego otra risa se les escapó.
Cuando Joss entró por fin en su cuarto…
— Pero Robbye ¡¿Qué haces aquí?! — chilló con su voz gravemente afectaba por el alcohol.
Bella, que estaba durmiendo, se despertó de sopetón al escuchar el estridente grito de su amigo.
— ¿Te ha echado de la cama, querido? — le preguntó Joss con voz demasiado alta a Robert.
— ¡Quieres callarte Joss! — le recriminó Alice en el mismo tono, pero se cayó ella misma con dos manos en la boca— ¿No ves que son las…— fijo la mirada en reloj de mano que llevaba y continuó susurrando—… las tres de la mañana?
— ¿Pero se puede saber que pasa? — preguntó una muy dormida Katy, mientras se tocaba el pelo y bostezaba.
— Mira, la que te ha abandonado, Eddie…
— Joss , pensaba que no te acordarías de ese diminutivo— susurró Katy asombrada.
Robert, que se había levantado del suelo dónde estaba tumbado, fue en dirección del cuarto de baño, abrió la puerta, encendió la luz, y luego le espetó a Katy, quier le había cogido algo de rencor por su repelente tacto hacia él.
— Eso se le llama efectos del alcohol, querida.
Luego cerró la puerta dejando petrificados a todas las personas que había en la casa.
Alice metió a Katy en su cuarto y cerró la puerta tras ella de un golpe, haciéndola rebotar y dejándola entreabierta, aunque no se habían dado cuenta, salvo Joss , y Robert, que al escucharla salió del lavabo.
—¡¿Se puede saber porqué has echado a mi hermano desaparecido de tu cuarto?! — le espetó con furia Alice. El aliento a alcohol de ésta, hico retroceder a Katy y que arrugara la nariz. Pero se sintió ofendida.
— Oh, no… Alice, yo no le he echado ni nada… el mismo quiso irse para dejarme espacio… No me vengas con que él es la víctima. ¡No has escuchado lo que me ha dicho! — ya había tomado valor— ¡él fue quien dijo que dormiría en otro cuarto!
Mientras, los chicos, ya que Robert había salido del baño, escuchaban pálidos la conversación. Perfectamente podrían haberla presenciado, incluso con la puerta cerrada, pues los gritos que Alice daba eran incontenibles.
— ¡Pensé que lo habían superado! Pero no, tú tenías que hacer una escenita peor que con mi hermano Joss. Pero hombre, por favor, él era tu mejor amigo. ¡No le hablaste por una semana!
Los dos hermanos se miraron, y se dirigieron a la habitación de los gritos, en cuanto un desgarrados y torturado: “¡Alice!” por parte de Katy, los hicieron reaccionar.

End tercera persona.

— Creía que todo había acabado, pero veo que tu estúpida actitud contra los hombres que conviven en tu misma casa hará estropear la semana que podría aprovechar para conocer a Robert, — me gritó Alice mientras Joss la cogía y la llevaba evitando dar patadas o arañazos a alguien. Y lo último fue lo más desgarrados que me podía haber dicho por sobre los hombros del musculoso entrenador— Gracias, Katherine.
Esa voz fría y cortante quebró mi corazón en miles de partes. Joss encerró a Alice en su cuarto, y le hico darse un baño de agua fría para quitarse ese mal genio y la borrachera. Era la única habitación con cuarto de baño privado.
Luego entró en la mía.
— Lo siento— pero no se refería a mí— Robert, por el espectáculo.
Se fue, mientras la puerta se cerraba lentamente para mi turuta, con Robert dentro, y el sonido de cuando quedó cerrada suavemente en mi mente como miles de acuchilladas.
No noté que lloraba, hasta que los sollozos se hicieron presentes.
— No lo dicen en serio, hablaban bajo los efectos del alcohol.
¿Y ahora iba de buenas?
— Déjame— le escupí tajante con mis labios hechos una línea tensa.
Me levanté- se que sería peor si fuera él quien durmiera en el sofá- y cogí mi manta y mi almohada.
— Gracias, Smith, por destrozarme la vida.
Con eso salí del cuarto y me encerraba en el salón de música que había hecho yo expresamente construir, al otro lado de la planta. Cada paso eran miles de agujas clavadas en mi pecho y los gemidos se hacía cada vez más permanentes, haciéndome el trabajo de respirar cada vez más difícil.
Me recosté en el sofá que había al lado del piano y de mis guitarras, acomodé mi manta y mi almohada, poniendo mi CD de música clásica de nana. Cada nota me golpeaba los oídos de lo alta que estaba, pero al estar insonorizada la cambra, tan solo era un bajo murmullo desde fuera.

Tercera persona.

Katy lloró, gritó y maldijo de todas las maneras posibles a Robert Smith mientras éste, dormía en el suelo de la habitación de Katy , odiándose por todo lo que había pasado, y al mismo tiempo, prometiéndose que no dejaría que esa Katherine, arruinaría sus vacaciones, por mucha enfermedad mental contra los hombres que tuviera. ¿Acaso eso de verdad existía? Se preguntó mientras escuchaba muy aislado, Moonlight de Yiruma.

N/A: Sin comentarios.

viernes, 29 de enero de 2010

So what de Pink.

So what de Pink.

POV KATY

Literalmente eso. Después de quedar como la tonta mejor amiga y compañera de piso de tu hermana, la casa se volvió un alboroto con miles de preguntas, y millones de abrazos. Yo, como dueña de esta casa- ya veis que para algunas cosas es mi casa- me levanté, le saludé y fui hacia la cocina para prepara, otra taza de café.
— ¿Y cómo que has venido, es decir, como has entrado?
Pensé que iba a decir por la ventana.
— Por la puerta. — mira, y encima sabía utilizar el sarcasmo. — Tía Marie y mamá me llamaron para contarme lo que debía hacer para las vacaciones de Navidad, y luego, me obligaron a venir aquí y que tendría que coger la llave que había debajo del tiesto del segundo árbol de la entrada.
— Mamá y Tía Marie como siempre…. — se quejó Alice. Yo bufé, con la bandeja de café en las manos.
— Yo te ayudo. — dijo caballerosamente.
— No, gracias. — contesté yo, caballerosamente. Como una buena dama.
— Disiento. — replicó él.
— Y yo vuelvo a disentir. — discrepé.
— Pues si empezáis así, vaya dos semanas que os vas a pegar—Anunció Joss pagado de si mismo, mientras le daba otro sorbo a su taza, y enchufaba el altavoz de su teléfono.
— ¡QUÉ! — chillé, y conmigo Robert.

— Marie, ¡no estas en tus cabales! —me quejé.
Katherine, no empieces…— le regañó su madre.
Bufé e hice morros.
— Vosotros dos dormiréis juntos. ¡Qué digo! Tan solo es en la misma habitación!
— Mamá, perfectamente podríamos vivir en ese apartamento. ¡Tiene de todo! Tan sólo le falta la sala de estar. ¡Hasta tiene cocina! ¿Tú crees que sólo es dormir? ¡Es vivir con él! — me volví a quejar, luego miré a Robert. — Sin ánimo de ofender.
Cuando desvié mi vista de sus dos orbes verdes esmeraldas, todos me miraban como a un monstruo.
— ¿No me entendéis? — pregunté.
Hubo un silencio.
Tranquilo, hijo, que la haremos entrar en razón— susurró Marie.
— ¡Dios! — rugí, y después de un gruñido, desaparecí de la habitación.

Tercera persona

Más tarde, después de miles de discusiones, quedaron en que ellos podrían dormir juntos, en la misma habitación. Marie y Carlie llegaron a ese acuerdo, pues Elizabeth, antes de morir, les hizo prometer cuidar a su hijo, y después que se mudó a Forks, había sido un completo extraño, comparado al pequeño torbellino de Robert Anthony Jr. De ese modo, podría relacionarse con sus primos, hermanos, y amigos, y Katy, podría ayudarlo. Marie tendría a sus dos “pequeños” cuidados”, ya que no tendrían que vivir con parejas. Pero nadie salvo las dos madres, y Alice, sabían la verdad.

End Tercera persona.


— ¡Pero cómo podían hacerme esto! Saben lo que me cuesta vivir con más personas, no es necesario rememorar la escena de cuando me enteré que Joss viviría con nosotros.
En realidad, si me hubiese tocado con alguien que no conociera…
— Katy, —me interrumpió Kristin y Alice la acompañó. — Sabes que no es cualquiera. Te cuesta vivir con un chico, y más si es algún desconocido. Primero fue en una habitación para el viaje de fin de curso, y luego Joss. Alice no fue ningún incordio…
— ¡Porque Alice era mi mejor amiga! — grité indignada levantando mis brazos, luego me dejé caer de nuevo a mi cama. — Vale, lo acepto. Pero entendedme, yo… sabéis cuánto me cuesta, y encima no es tan solo la habitación, sino que ese apartamento parece más un albergue de lujo. ¡Qué digo! Ni eso. ¿Qué cabaña de montaña tiene más de cinco habitaciones, sin contar cuartos de baño, que la mayoría de esas cinco, tengan un cuarto de aseo, una cocina, y una habitación de música, a más de un pequeño comedor?
Mis dos amigas se quedaron mirando.
— ¿Lo veis? Es convivir con él. Sinceramente, no me malinterpretéis, pero no siente que sea mi hermano, o si quiera, de nuestra colla.
Escuchamos como alguien carraspeaba, y cuando nos dimos cuenta, fue como si me cayera un gran cubo de agua helada sobre mí.
— Nosotros… em… nos vamos. — “interrumpió” Aytor.
Allí, plantados, estaban Sam, MarieLayla, Joss, Aytor y… Robert. Como no. Siempre con mis escenitas.
— Sí, claro. ¿No dormís aquí?
— Bueno, Kristin y Aytor nos prestan una habitación, y bueno….
— ¿Nos prestan? Te refieres a…
— A mí, y a mi Arlie— finalizó.
Ahora otro jarrón de agua congelada.
— ¿Robert? — preguntó Alice.
— Joss, me ha dicho que puedo dormir en el cuarto de invitados hasta que terminéis las clases y nos vayamos.
Tosí.
Para eso quedaba una semana. Y yo todas las mañanas las tenía libre, al igual que Alice, todas las tardes, ya que nos dejaban ese tiempo para entregar el último trabajo del trimestre. La semana de exámenes ya había terminado. Justamente hoy. Entonces… Tendría que verlo por la tarde, durante toda una semana en MI CASA, y luego….
— Katy, respira. — alguien me recordó.
— Si soy una molestia, no hace falta que duerma aquí. Puedo irme con Carlie y luego ir al aeropuerto…
— No, hermanito, por NOSOTRAS no hay ningún problema— sentenció Alice, enfatizando la palabra nosotras. — Te quedas.
— Alice, — dijo Aytor— no teneis habitación de invitados, por eso Sam y Arlie se vienen con…
— No importa, Robert dormirá con Joss. — sentenció de nuevo Alice.
— Por mi no hay problema, pero lo más seguro es que se despierte a las cinco de la mañana…
— Bueno, pues dormirás conmigo— volvió a sentenciar Alice con voz cansina.
— Alice, tú te despiertas casi a la misma hora que yo, y eso que no entras al campus hasta las siete.
— No me importa madrugar…— susurró Robert, notándose algo incómodo.
Eso significaba que…
— Pues que duerma con Katy. Ella tiene las mañanas libres. Seguro que no le importará.
Perfecto. Un ensayo de las vacaciones. Estaba entrando en un colapso mental.
— Chicas, —tenía la vista perdida— chicos, Robert. Creo que me voy a duchar, — dije mirando a un punto fijo de la pared, mientras me levantaba— y luego cenaré, y supongo que me dormiré.


N/A: Sí, es más corto, pero así compensa con el de la semana que viene... Es bastante extenso. Por cierto, aviso para decir que iré actualizando cada semana, más o menos, y si no hay ningún percance, el fin de semana. Pero como hoy estoy así, así, pensé en subirlo un viernes... En fín, si teneis alguna duda, os la responderé en los siguientes capítulos, o en un review debajo del vuestro( si quereis la segunda opción, dejadlo escrito como, por ejemplo: (pregunta) Me gustaría que me contestaras por review, o algo por el estilo^^) ¡Os dejo!^^
P.D.: No olvideis dejar vuestra reacciones al final:)

NAlice.

domingo, 24 de enero de 2010

Llamada telefónica.

Llamada telefónica.
POV KATY

— Que sí, mamá, que te llamaré en cuanto llegue a casa, no te preocupes. — volví a repetir.
Más te vale. — suspiré— Te quiero, pequeña.
— Y yo mamá.
Colgué. ¡Cuántas veces me iba a llamar en un día! Salí de los lavabos de la zona B, y me dirigí a mi querido coche.
Después de graduarme en el Instituto de Forks, acogí la beca de la Universidad de Seattle con muchas ganas. Marie me dijo que podía irme a vivir a la casa que ella tenía antes, cuando vivía allí de soltera, y estaba relativamente cerca del campus. Alice se vino a vivir conmigo, después de aceptar estudiar conmigo, y no irse a Nueva York. No sé la causa de porqué eligió antes la Universidad de Seattle que la de Nueva York, pero en tal caso, es que estábamos más cerca de casa.
Joss también vino con nosotras, y compró la casa de al lado (en ruinas) por un chollo. Gracias al cielo, el amigo de papá, Tom, tenía en sus manos el ayudarnos con la obra de hacer una casa, dos. Al cabo del tiempo, estábamos viviendo Joss, Alice y yo en la antigua casa de mi madre.
Joss formó un gimnasio en el centro de la ciudad, mientras estudiaba para entrenador en la zona A. Alice y yo, por suerte, nos tocó en la misma zona, B, aunque ella tenía un año más que yo, se quedó en Forks haciendo un cursillo para entrar en la Universidad, y ahora cursábamos el mismo año. En cambio, Jake y Arlie, mi prima a efectos prácticos, ya que fue como mi prima-hermana, se fueron a vivir juntos al cumplir los veinte años, y se quedaron en el límite de Forks y Port Angeles. Y bueno, del otro hermano, no hay nada que contar. Apenas le conocí, se marchó para estudiar, y ahora creo que estaba trabajando o estudiando en Londres. No lo sé, lo que tengo claro es que estudiaba música.
— ¿Katy?
— Sí, Alice. — contesté. — ¿Has acabado tus clases?
— Por hoy sí. Aunque tengo que hacer un trabajo sobre algún estilista que me cause impresión— dijo imitando la voz de su profesor.
— Bien, entonces vámonos. Hoy cocina Joss.
— Suerte que le enseñaste a hacerlo, si no, creo que moriríamos de algún tipo de envenenamiento.
— Vamos, Alice, no seas tan dura con él.
Ella rodó los ojos, mientras se metía en mi coche. Añoraba tantísimo mi querida camioneta… Alice lo dejó muy claro, el único coche que nos llevaríamos, sería el suyo, porque ya teníamos bastante para todos.
Yo me negué rotundamente, pero al ver que nadie estaba a mi favor, tuve que rendirme. Aytor, el novio de Alice y el hermano de Kristin, compraron la casa de enfrente, y así, las parejitas, pudieron vivir juntas. No entendí el por qué no se fueron ellos a vivir juntos, y me dejaban a mi la casa. En realidad, eran sus padres, (los de Aytor y Kristin) los que no les dejaban vivir con sus respectivas parejas, prefirieron vivir los hermanos en una misma casa, y ser vecinos nuestros.
“Tu eres nuestra amiga, y siempre hemos sido una colla” Claro, ¿se piensas que me chupo el dedo? (Mi madre siempre lo repetía con Joss)
En fin, arranqué aquel pedazo de coche plateado, y nos fuimos hasta nuestra casa. Cuando bajamos del coche, el garaje nos recibió con una autentica invitación para comer. El olor a spaghetti al estilo Joss Smith estaba por toda la casa, y nos guiamos más por el olfato que otra cosa, hasta la cocina.
— ¿Qué? — preguntó un atónito Joss.
Alice y yo nos miramos, y luego rompimos a reír. Joss, el chico de veinte años, con novia, tenía un delantal blanco bordado con la frase: “Soy el más mejor.”
— A ver, pequeñaja, ¿por qué no haces algo de provecho y pones la mesa?
— Claro, claro, hermanazo. — contestó Alice, todavía riendo.
No importaba que tuviera veintiún años, ella seguiría siendo la pequeña Alice.
— Joss, no te ofendas, pero, enserio, ¿de dónde has sacado ese delantal? — pregunté conteniéndome, mientras dejaba la mochila y el abrigo en el armario del recibidor principal.
— Me lo regaló Kristin, ¿de acuerdo?
— Entiendo… ¿viene a comer?
— Sí y su hermano también…
— Entiendo…—repetí. Otro día de “aguantavelas”
— Katy— me llamó mientras suspiraba— Es una comida de colegas. Me ha… ¡por cierto¡— se interrumpió él mismo. — Sam te ha llamado y te ha dejado ése recado— me indicó con el codo, mientras se giraba y seguía moviendo la salsa.
Fui hasta el bloc de notas al lado del teléfono, y lo cogí:
Katy, tienes un mensaje de voz.
Katy, ¿Adivina qué? Para la hora de comer estaré contigo, ¡hermanitaaaaaa!
cuando veas las palabras tan largas son de tu prima Arlie— había escrito Joss en el bloc. -ahora todo el mundo la llamaba así. Seguí escuchando.- Bueno, prepara esos spaghetti que tanto amooooooooo. Nos vemos primaaaaaaaaa. Arlie ¿quieres para de interrumpirme?
Ahí se había acabado el mensaje.
— Gracias Joss— grité.
Justo cuando alguien me iba a decir, “no las hay”, el timbre sonó, y una muy estridente Alice abrió la puerta y dejó pasar a…
— ¡Katyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!
MarieLayla.
— MarieLayla…— suspiré cuando la vi correr hacía mí.
— Dime Arlie, prima. — me corrigió.
— En serio, te ha afectado estar cerca de Alice y… ¡Sam, qué le has hecho a mi prima! — le reprendí. — Antes era como yo.
— Y lo sigue siendo, Katy, — inquirió tan tranquila, mientras me abrazaba y besaba mi mejilla. — Tienes que verla cuando sale delante de todos. Se pone roja como tú.
Y ahí van mis mejillas rojas.
— ¿lo ves? Nadie podría decir que NO sois primas, incluso hermanas.
— Ya, Ya…— terminé el tema. — En fín… ¿dónde están Kristin y Aytor?
— Los he avisado, cuando iba a venir hacía aquí— dijo una MarieLayla más tranquila. El apodo de Sam nunca me ha gustado.
— Deberían estar al ca…
— ¡Aytooooooor! — Gritó Alice.
— No, de veras, ¿cuánto tiempo hace que no ves a tu novio, Alice?
Me miró con unos ojos hirviendo en ira.
— No lo sé— contestó una vocecilla suave— Pero yo ví ayer a una pequeñaja, revoloteando por mi piso.
— ¡KRIIIISTIIIIN!
Si el chillido de Alice, nos dejó incapacitados, el estronduoso saludo de Joss a su chica, hizo retumbar toda la casa.
Yo miré a todos los lados, y luego cerré la puerta de entrada.
— Los vecinos nos van a echar.
— No, — negué— en tal caso, os echarían a vosotros, porqué yo no hago tanto alboroto.
Muchos ojos me aniquilaron en aquel instante.
— De acuerdo, pasemos a la sala—pidió Sam para tranquilizar el ambiente.
— Sí, será lo mejor.

Después de la comida, qué estuvo lleva de bromas y momentos melancólicos, tomamos el postre y comenzamos una charla:
— Entonces, ¿por qué nos hemos reunido todos en mi casa?
— Querrás decir NUESTRA casa, Katy.
Todos rodamos los ojos, ante el comentario de Joss.
— ¿Alice? — pregunté.
— Bueno, mamá me llamó para saber que haríamos las vacaciones de Navidad este año, y dijo que
¡Coge el teléeeeeeeefono, Joss! ¿Te estáaaan, llamando!
— ¿Todavía con ese politono, emm? — preguntó Sam.
— No sabes lo molesto que es durante la noche, Sammy— respondí.
Mientras, Joss ya se había levantando a contestar.
— Dime mamá. Sí, ahora estábamos reunidos hablando, sí, ahora te la paso— dijo lo último enfadado, y susurrando a Alice mientras le tendía el teléfono: es mamá, estúpida niña mimada, y le sacaba la lengua.
— Dime, madre querida. — alavó Alice. — Vale.
Pulsó un botón y hubo unos segundos en silencio.
¿Está enchufado ya? ¿Me escucháis?
— Sí, mamá, todos te oímos— hizo una alabanza Joss.
Joss, deja de hacer el tonto. ¡Hola chicos!
— Hola, Sra Smith— canturreemos todos.
Carlie chicos— nos corrigió— bueno, como sé que ninguno de mis dos hijos iba a poder contarlo, he pensado en decíroslo yo personal….
¿Quien es, cariño? ¿Son los niños? ¡Hijos! ‘Cuánto es echo de menos!
— Dios, — se quejó Arlie
— Siempre nos pone en evidencia…— decía Alice, negando con la cabeza.
— Alguien quiere decirme de una vez que pasa! Siempre interrumpe alguien! — grité y luego descendí la voz hasta terminar en un murmullo. — Hola, Mathew. — al final, terminé llamándolo por su nombre
Hola, Katy— saludó el Sr. Smith— Bueno, ¿Carlie que intentabas decir?
Nada, — contestó Carlie— Chicos, por vuestras notas y comportamiento en la Universidad, os invitamos todos los padres…
¡Katherine, cariñooo! — chilló mi madre.
— ¡Mamá! — me quejé como una niña pequeña.
Todos se rieron menos yo.
— No, ahora de verdad, alguien nos va a explicar que pasa, — habló Kristin, tranquila. — Y que hable tan sólo una persona.
Al otro lado de la línea se escucharon murmullos, y al cabo de un minuto un ruido como si alguien quitara algo.
Chicos, soy yo, Matt, no— nos detuvo antes de saludarlo— no digáis nada. Ya bastante he aguantado con estos abuelos, y sus disputas. Hola, cariño, — me dijo— hola chicos. Bueno, — se escuchó un murmullo de maldito Matt, y un Abuelo tú, Sr. Stibenson al otro lado de la línea. — Hemos decidido regalaros unas vacaciones de Navidad, aunque nos vendréis a visitar antes que terminen en una cabaña en las montañas. OS acabamos de mandar todo por vía e-mail y…

Después de todo el jaleo del altavoz y los “abuelos” que no los “íbamos a visitar”, colgamos y estuvimos un rato más mirando o que nos habían enviado.
— Esta muy bien. — concluyó Aytor.
— Tienes razón. Además estaremos todos reunidos, como antes.
— ¡Pero si siempre estamos juntos, memo! — inquirió Joss a Sam.
— Joss, — le expliqué— la reserva son para ocho personas, y aquí somos siete, entonces falta…
Y encima tuvo la soberbia de pensarlo durante un rato interminable.
— Ah, claro, mi hermano Robert.
— ¡Bien! — le felicitamos, con gran sarcasmo.
— En realidad, está bastante bien, —concluí, para cambiar de tema. — pero…. ¿¡Habéis pensado en dónde pienso yo dormir?! Porque seguro que seremos chicas y chicos por separado…
— ¡Claro que no! — exclamó atónito Jacob a mi comentario.
— Bueno, pues decidme con quien voy a dormir…
Mientras formulaba la pregunta en cabeza, supe de inmediato la respuesta.
— Oh, no… ¡¿Estáis locos!?
— Katy, —me tranquilizó Alice— es la única forma de que coincidan. Sólo hay cuatro departamentos en la cabaña.
— Pero Alice ¡¿cómo quieres que “viva” durante una semana con tu hermano, que apenas conozco?! — solté en un suplido.
— Ya veo que no me queréis…— dijo una voz aterciopeladamente ruda por mi espalda.
— ¿Robert? — preguntaron todas las voces a mi alrededor, mientras toda la sangre que había en mi rostro desaparecía, y me convertía en alguien tan pálido como un zombie.


N/A: Bueno, tengo que avisaros de algo, antes que haya algún problema. Ya que esta historia empezó con otros personajes, el lugar y espacio es el mismo que en Crepúsculo, o podeis pensar que no. Tan sólo quería decir que, como esto empezó como un fanfic, esta situado en o me mencionado: Seattle, Forks, y La Push. en tal caso, si veis alguna similitud, no penseis que es plagio, ya que entonces, esto le pertenece a Stephenie Meyer. Como un semi fanfic. Bueno, lo sieguiente es, que si veo que no tiene mucha gente que lo lea, no se si lo seguiré. Me resulta bastante rabajoso hacer un capítulo, como para cambiar casi todo el capítulo. En fín, los personajes son míos, igual que algunas personalidades, pero el espacio (Forks, Seatlle...) son de twilight y la saga. En fín, aquí os lo dejo.
NAlice.

sábado, 23 de enero de 2010

Prólogo: Una historia.

Antes de que os explique esta “extraña” historia, debemos saber el pasado de los protagonistas.
Robert padre y Elisabeth, hermana de Carlie, mueren en un accidente de tráfico cuando Robert Anthony Jr. tiene un año y medio. El pequeño no recuerda bien la historia, y cree ser hijo biológico de Carlie y Mathew Smith y hermano mellizo de Alice, su hija. Su hermana Eli, deja la custodia a su hermana Carlie, cuidando así de Robert Jr, junto con sus primos Alice y Joss Smith. Robert Anthony Jr., “vivió” el tiempo en que su madre estuvo en el hospital, con Marie, vecina y amiga íntima de Elisabeth. Cuando ella murió, ya que sobrevivió al trágico accidente pero ingresó en estado grave al hospital, Marie se encargó de llevar al pequeño Robert a casa de su hermana, Carlie Smith. Marie conocía a ésta y sabía que estaría en buenas manos y Marie no dudó en cumplir el último deseo de su amiga, estar siempre cerca de su hijo Robert. Sin comerlo ni beberlo, Marie, quien tenía una hija en común con Matt, se mudó con él al fin.
Alice y Joss mantienen una relación con los vecinos y amigos Sr y Sra Randall, que por su trabajo, sus hijos permanecían la mayor parte de su vida en la mansión Smith, siendo así su segunda familia y segundo hogar.
Matt, jefe de policía de Forks, y Marie vecina de Elisabeth, hermana de Carlie, tuvieron a una hija, llamada Katherine C. Ésta tiene la misma edad que Joss, el hermano mayor de los Smith, ya que Alice y Robert A, son “mellizos” al tener la misma edad, y mismas características. Katy, como le gustaba que la llamaran tenía otra segunda familia en La Push, los Linton, pero ya hablaremos de ellos más adelante.
Cuando Los Smith, los Randall y Katy Stibenson se encontraron en la secundaria, se reconocieron en seguida, pues Marie, siempre iba a visitar a Robert A. y éste pensaba que era su tía.
Robert A., un poco diferente a los demás, iba un curso superior a Joss y Katy, ya que eran un año menor que él y Alice. Pero gracias a las visitas de Marie, su tía y amiga, ya que él sentía por ella gran adoración fraternal, Alice y Katy acabaron siendo mejores amigas, y Joss el gran amigo que siempre las ayudaba.
Cuando iban a terminar el último año, pues Robert ya se había graduado, por su gran nivel terminó antes que los demás y se fue a la universidad, los tres amigos, y sobretodo Katy, no le añoró tanto, ya que pensaba que era “un poco raro”. En este último año, con Robert en la universidad, llegó una nueva alumna, que por su gran carisma, fue amiga inseparable de Alice, y por su personalidad, tímida y deseosa de no ser el centro de atención como Katy, fue una de sus mejores amigas, MarieLayla, cuyo nombre tiene parte de “Marie”, pues su prima fue quien la ayudó a dejar a su marido maltratador cuando estaba embarazada de ella. Ésta, que era hija de la prima de Marie, la madre de Katy, la acogió con los brazos abiertos, tras la muerte por una depresión de su prima, la madre de Arlie, como le llamaba Sam, hijo de Tom Linton, el mejor amigo de Matt, el padre de Katy.
Sammy, como es llamado por Katy, es el mejor amigo y casi siempre hermano de ésta, y quedó prendado por la belleza natural de MarieLayla.
Y, ahora que sabemos la breve introducción de los personajes, pasemos a la historia central.

End Tercera persona.

No sé si gustará, pero como la historia del pasado es como el prólogo, pensé en subirlo en un solo capítulo, y ya más adelante la historia en sí. Espero que me deis vuestra opinión tanto pasivita como negadita, y me deis ánimos para seguirla, o me digáis con sinceridad, que no la siga.
N/A: Es la misma historia que en uno de mis enlaces, pero con otros personajes, pues algunas personajes me dijeron que estaría bien hacerlo así.
NAlice.