Una cabaña alquilada por una madre. Unos amigos que no se ven desde secundaria y una puerta que les juega una mala pasada. ¿siete días por delante y dos conocidos que terminan siendo mejores amigos? El frío les hará cambiar de opinión.



domingo, 24 de enero de 2010

Llamada telefónica.

Llamada telefónica.
POV KATY

— Que sí, mamá, que te llamaré en cuanto llegue a casa, no te preocupes. — volví a repetir.
Más te vale. — suspiré— Te quiero, pequeña.
— Y yo mamá.
Colgué. ¡Cuántas veces me iba a llamar en un día! Salí de los lavabos de la zona B, y me dirigí a mi querido coche.
Después de graduarme en el Instituto de Forks, acogí la beca de la Universidad de Seattle con muchas ganas. Marie me dijo que podía irme a vivir a la casa que ella tenía antes, cuando vivía allí de soltera, y estaba relativamente cerca del campus. Alice se vino a vivir conmigo, después de aceptar estudiar conmigo, y no irse a Nueva York. No sé la causa de porqué eligió antes la Universidad de Seattle que la de Nueva York, pero en tal caso, es que estábamos más cerca de casa.
Joss también vino con nosotras, y compró la casa de al lado (en ruinas) por un chollo. Gracias al cielo, el amigo de papá, Tom, tenía en sus manos el ayudarnos con la obra de hacer una casa, dos. Al cabo del tiempo, estábamos viviendo Joss, Alice y yo en la antigua casa de mi madre.
Joss formó un gimnasio en el centro de la ciudad, mientras estudiaba para entrenador en la zona A. Alice y yo, por suerte, nos tocó en la misma zona, B, aunque ella tenía un año más que yo, se quedó en Forks haciendo un cursillo para entrar en la Universidad, y ahora cursábamos el mismo año. En cambio, Jake y Arlie, mi prima a efectos prácticos, ya que fue como mi prima-hermana, se fueron a vivir juntos al cumplir los veinte años, y se quedaron en el límite de Forks y Port Angeles. Y bueno, del otro hermano, no hay nada que contar. Apenas le conocí, se marchó para estudiar, y ahora creo que estaba trabajando o estudiando en Londres. No lo sé, lo que tengo claro es que estudiaba música.
— ¿Katy?
— Sí, Alice. — contesté. — ¿Has acabado tus clases?
— Por hoy sí. Aunque tengo que hacer un trabajo sobre algún estilista que me cause impresión— dijo imitando la voz de su profesor.
— Bien, entonces vámonos. Hoy cocina Joss.
— Suerte que le enseñaste a hacerlo, si no, creo que moriríamos de algún tipo de envenenamiento.
— Vamos, Alice, no seas tan dura con él.
Ella rodó los ojos, mientras se metía en mi coche. Añoraba tantísimo mi querida camioneta… Alice lo dejó muy claro, el único coche que nos llevaríamos, sería el suyo, porque ya teníamos bastante para todos.
Yo me negué rotundamente, pero al ver que nadie estaba a mi favor, tuve que rendirme. Aytor, el novio de Alice y el hermano de Kristin, compraron la casa de enfrente, y así, las parejitas, pudieron vivir juntas. No entendí el por qué no se fueron ellos a vivir juntos, y me dejaban a mi la casa. En realidad, eran sus padres, (los de Aytor y Kristin) los que no les dejaban vivir con sus respectivas parejas, prefirieron vivir los hermanos en una misma casa, y ser vecinos nuestros.
“Tu eres nuestra amiga, y siempre hemos sido una colla” Claro, ¿se piensas que me chupo el dedo? (Mi madre siempre lo repetía con Joss)
En fin, arranqué aquel pedazo de coche plateado, y nos fuimos hasta nuestra casa. Cuando bajamos del coche, el garaje nos recibió con una autentica invitación para comer. El olor a spaghetti al estilo Joss Smith estaba por toda la casa, y nos guiamos más por el olfato que otra cosa, hasta la cocina.
— ¿Qué? — preguntó un atónito Joss.
Alice y yo nos miramos, y luego rompimos a reír. Joss, el chico de veinte años, con novia, tenía un delantal blanco bordado con la frase: “Soy el más mejor.”
— A ver, pequeñaja, ¿por qué no haces algo de provecho y pones la mesa?
— Claro, claro, hermanazo. — contestó Alice, todavía riendo.
No importaba que tuviera veintiún años, ella seguiría siendo la pequeña Alice.
— Joss, no te ofendas, pero, enserio, ¿de dónde has sacado ese delantal? — pregunté conteniéndome, mientras dejaba la mochila y el abrigo en el armario del recibidor principal.
— Me lo regaló Kristin, ¿de acuerdo?
— Entiendo… ¿viene a comer?
— Sí y su hermano también…
— Entiendo…—repetí. Otro día de “aguantavelas”
— Katy— me llamó mientras suspiraba— Es una comida de colegas. Me ha… ¡por cierto¡— se interrumpió él mismo. — Sam te ha llamado y te ha dejado ése recado— me indicó con el codo, mientras se giraba y seguía moviendo la salsa.
Fui hasta el bloc de notas al lado del teléfono, y lo cogí:
Katy, tienes un mensaje de voz.
Katy, ¿Adivina qué? Para la hora de comer estaré contigo, ¡hermanitaaaaaa!
cuando veas las palabras tan largas son de tu prima Arlie— había escrito Joss en el bloc. -ahora todo el mundo la llamaba así. Seguí escuchando.- Bueno, prepara esos spaghetti que tanto amooooooooo. Nos vemos primaaaaaaaaa. Arlie ¿quieres para de interrumpirme?
Ahí se había acabado el mensaje.
— Gracias Joss— grité.
Justo cuando alguien me iba a decir, “no las hay”, el timbre sonó, y una muy estridente Alice abrió la puerta y dejó pasar a…
— ¡Katyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!
MarieLayla.
— MarieLayla…— suspiré cuando la vi correr hacía mí.
— Dime Arlie, prima. — me corrigió.
— En serio, te ha afectado estar cerca de Alice y… ¡Sam, qué le has hecho a mi prima! — le reprendí. — Antes era como yo.
— Y lo sigue siendo, Katy, — inquirió tan tranquila, mientras me abrazaba y besaba mi mejilla. — Tienes que verla cuando sale delante de todos. Se pone roja como tú.
Y ahí van mis mejillas rojas.
— ¿lo ves? Nadie podría decir que NO sois primas, incluso hermanas.
— Ya, Ya…— terminé el tema. — En fín… ¿dónde están Kristin y Aytor?
— Los he avisado, cuando iba a venir hacía aquí— dijo una MarieLayla más tranquila. El apodo de Sam nunca me ha gustado.
— Deberían estar al ca…
— ¡Aytooooooor! — Gritó Alice.
— No, de veras, ¿cuánto tiempo hace que no ves a tu novio, Alice?
Me miró con unos ojos hirviendo en ira.
— No lo sé— contestó una vocecilla suave— Pero yo ví ayer a una pequeñaja, revoloteando por mi piso.
— ¡KRIIIISTIIIIN!
Si el chillido de Alice, nos dejó incapacitados, el estronduoso saludo de Joss a su chica, hizo retumbar toda la casa.
Yo miré a todos los lados, y luego cerré la puerta de entrada.
— Los vecinos nos van a echar.
— No, — negué— en tal caso, os echarían a vosotros, porqué yo no hago tanto alboroto.
Muchos ojos me aniquilaron en aquel instante.
— De acuerdo, pasemos a la sala—pidió Sam para tranquilizar el ambiente.
— Sí, será lo mejor.

Después de la comida, qué estuvo lleva de bromas y momentos melancólicos, tomamos el postre y comenzamos una charla:
— Entonces, ¿por qué nos hemos reunido todos en mi casa?
— Querrás decir NUESTRA casa, Katy.
Todos rodamos los ojos, ante el comentario de Joss.
— ¿Alice? — pregunté.
— Bueno, mamá me llamó para saber que haríamos las vacaciones de Navidad este año, y dijo que
¡Coge el teléeeeeeeefono, Joss! ¿Te estáaaan, llamando!
— ¿Todavía con ese politono, emm? — preguntó Sam.
— No sabes lo molesto que es durante la noche, Sammy— respondí.
Mientras, Joss ya se había levantando a contestar.
— Dime mamá. Sí, ahora estábamos reunidos hablando, sí, ahora te la paso— dijo lo último enfadado, y susurrando a Alice mientras le tendía el teléfono: es mamá, estúpida niña mimada, y le sacaba la lengua.
— Dime, madre querida. — alavó Alice. — Vale.
Pulsó un botón y hubo unos segundos en silencio.
¿Está enchufado ya? ¿Me escucháis?
— Sí, mamá, todos te oímos— hizo una alabanza Joss.
Joss, deja de hacer el tonto. ¡Hola chicos!
— Hola, Sra Smith— canturreemos todos.
Carlie chicos— nos corrigió— bueno, como sé que ninguno de mis dos hijos iba a poder contarlo, he pensado en decíroslo yo personal….
¿Quien es, cariño? ¿Son los niños? ¡Hijos! ‘Cuánto es echo de menos!
— Dios, — se quejó Arlie
— Siempre nos pone en evidencia…— decía Alice, negando con la cabeza.
— Alguien quiere decirme de una vez que pasa! Siempre interrumpe alguien! — grité y luego descendí la voz hasta terminar en un murmullo. — Hola, Mathew. — al final, terminé llamándolo por su nombre
Hola, Katy— saludó el Sr. Smith— Bueno, ¿Carlie que intentabas decir?
Nada, — contestó Carlie— Chicos, por vuestras notas y comportamiento en la Universidad, os invitamos todos los padres…
¡Katherine, cariñooo! — chilló mi madre.
— ¡Mamá! — me quejé como una niña pequeña.
Todos se rieron menos yo.
— No, ahora de verdad, alguien nos va a explicar que pasa, — habló Kristin, tranquila. — Y que hable tan sólo una persona.
Al otro lado de la línea se escucharon murmullos, y al cabo de un minuto un ruido como si alguien quitara algo.
Chicos, soy yo, Matt, no— nos detuvo antes de saludarlo— no digáis nada. Ya bastante he aguantado con estos abuelos, y sus disputas. Hola, cariño, — me dijo— hola chicos. Bueno, — se escuchó un murmullo de maldito Matt, y un Abuelo tú, Sr. Stibenson al otro lado de la línea. — Hemos decidido regalaros unas vacaciones de Navidad, aunque nos vendréis a visitar antes que terminen en una cabaña en las montañas. OS acabamos de mandar todo por vía e-mail y…

Después de todo el jaleo del altavoz y los “abuelos” que no los “íbamos a visitar”, colgamos y estuvimos un rato más mirando o que nos habían enviado.
— Esta muy bien. — concluyó Aytor.
— Tienes razón. Además estaremos todos reunidos, como antes.
— ¡Pero si siempre estamos juntos, memo! — inquirió Joss a Sam.
— Joss, — le expliqué— la reserva son para ocho personas, y aquí somos siete, entonces falta…
Y encima tuvo la soberbia de pensarlo durante un rato interminable.
— Ah, claro, mi hermano Robert.
— ¡Bien! — le felicitamos, con gran sarcasmo.
— En realidad, está bastante bien, —concluí, para cambiar de tema. — pero…. ¿¡Habéis pensado en dónde pienso yo dormir?! Porque seguro que seremos chicas y chicos por separado…
— ¡Claro que no! — exclamó atónito Jacob a mi comentario.
— Bueno, pues decidme con quien voy a dormir…
Mientras formulaba la pregunta en cabeza, supe de inmediato la respuesta.
— Oh, no… ¡¿Estáis locos!?
— Katy, —me tranquilizó Alice— es la única forma de que coincidan. Sólo hay cuatro departamentos en la cabaña.
— Pero Alice ¡¿cómo quieres que “viva” durante una semana con tu hermano, que apenas conozco?! — solté en un suplido.
— Ya veo que no me queréis…— dijo una voz aterciopeladamente ruda por mi espalda.
— ¿Robert? — preguntaron todas las voces a mi alrededor, mientras toda la sangre que había en mi rostro desaparecía, y me convertía en alguien tan pálido como un zombie.


N/A: Bueno, tengo que avisaros de algo, antes que haya algún problema. Ya que esta historia empezó con otros personajes, el lugar y espacio es el mismo que en Crepúsculo, o podeis pensar que no. Tan sólo quería decir que, como esto empezó como un fanfic, esta situado en o me mencionado: Seattle, Forks, y La Push. en tal caso, si veis alguna similitud, no penseis que es plagio, ya que entonces, esto le pertenece a Stephenie Meyer. Como un semi fanfic. Bueno, lo sieguiente es, que si veo que no tiene mucha gente que lo lea, no se si lo seguiré. Me resulta bastante rabajoso hacer un capítulo, como para cambiar casi todo el capítulo. En fín, los personajes son míos, igual que algunas personalidades, pero el espacio (Forks, Seatlle...) son de twilight y la saga. En fín, aquí os lo dejo.
NAlice.

2 comentarios:

  1. Esta bastante bien, eso si los lazos de los personajes son bastante liosos... A ver si con los próximos capítulos se define mejor cada personaje.

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  2. La historia pinta bien.
    Pero estoy de acuerdo en que los personajes
    lian un poco. Creo que eso es sobre la marcha.
    En general me ha gustado.

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