Una cabaña alquilada por una madre. Unos amigos que no se ven desde secundaria y una puerta que les juega una mala pasada. ¿siete días por delante y dos conocidos que terminan siendo mejores amigos? El frío les hará cambiar de opinión.
martes, 6 de abril de 2010
And you can see my hear beating…
And you can see my hear beating…
Tercera persona.
Katy pasó toda la noche abrazada a unos de los cojines del sofá, aovillada, mientras moría con cada lágrima que escapaba de sus ojos chocolate.
Eran las seis de la mañana cuando una Alice casi arreglada, entraba a la habitación de música, y rápidamente cerraba la puerta.
“¿Qué era todo ese ruido?” pensó rápidamente, mientras la volvía a abrir. Entró rápidamente y apagó los altavoces que sonaban. Katy velozmente abrió los ojos al notar que la música había parado.
End tercera persona.
De repente la música cesó y me desperté de golpe. Aunque parezca extraño, yo podía dormir perfectamente con la música a todo volumen, mientras sea clásica, o instrumental. Y ahora que ésta no sonaba, mi tranquilidad había desaparecido.
— ¿Quién anda ahí? ¿Quién paró la música? — pregunté, mientras mis ojos se acostumbraban a la obscuridad.
— Soy yo…
— Vete, por favor. — le pedí intentando aguantar los sollozos.
— Pero… — me interrumpió.
— Alice, por favor…— no aguantaron. Ya se notaban.
— De acuerdo…— antes de cerrar la puerta dijo algo: — pero quiero que sepas que siento lo de ayer.
Se marchó y a mí me dejó peor de lo que estaba.
Al final, no podía llorar más de lo que lloré por la noche. Quizás la gente podría pensar que hice de una piedrecita una gran montaña. Pero Alice me prometió que no sacaría el tema. ¿A caso cuando tienes miedo a algo, hacen o dicen cualquier cosa para ofenderte o causártelo?
Así me sentía, herida.
Supongo que Josh ya se habría ido, así que estaba sola en casa, salvo por Robert. Por mucho que me doliera, debería salir, y hacer la comida para Alice…
Me levanté, y me miré en el espejo que había frente al piano. Mi cara estaba marcada por dos líneas onduladas rojas que empezaban en mis ojos y terminaban en mi mandíbula. Mis ojos estaban rojos, mi pelo enmarañado y mi piel más pálida de lo normal. La verdad, no tenía ningunas ganas de salir, además, eran las… ¡Las siete menos cuarto de la mañana! Decidí ir al baño, y luego… iría a recoger algo a mí cuarto-por mucho que me repugne la idea- y meterme de nuevo en mi sala de música.
Salí sin hacer mucho ruido, y entré en el baño, sin picar ni nada. ¿Para qué, si seguro que estaría durmiendo en MÍ cama. ¿Podía ser la vida más injusta conmigo?
— ¡Aaaaaaaaaaaaw! — grité cuando ví un cuerpo semidesnudo, envuelto en una toalla. — ¡¿Qué haces?!
— ¡Qué haces tú! Yo me estaba bañando— se defendió— Procura llamar a la puerta antes de entrar. Si no tendremos mal entendidos tú y yo en las vacaciones.
— ¡Uuuuuuuuuuuuuurg! — bufé y grité a la vez, haciendo que saliese de mi boca un sonido muy extraño.
Repito ¿podía ser la vida más injusta conmigo? Respuesta: Uy, sí… Y seguro que sería aún más.
Cogí la ropa de mi habitación la más deprisa que pude, - y abrí la ventana todo lo que pude, porque había un perfume a colonia de hombre por todos lados, y si quería dormir, no podría con eso.-
Cerré la puerta de un solo golpe, y me metí en el cuarto de Alice. No tenía ganas de bajar a la planta de abajo.
Cuando estuve más o menos arreglada, salí. Y mira por dónde.
— ¿Tengo que encontrarme contigo siempre o es que eres omnipresente?
— ¿Estas loca, o siempre eres tan estúpida con la gente? Perdón, rectifico ¿o sólo con los hombres?
¡Pero que desfachatez!
— ¡Pero bueno! ¡Eres tú el antipático! — ¡y me miraba como si estuviese hablando en chino!
— ¡Tú empezaste a ser la antipática. ¡Si de verdad no me quieres aquí dilo y me iré! — me gritó enfadado. Incluso me dio miedo. — ¡Si eso es lo que deseas! ¡Venga, hazlo de una vez! ¡Échame!
Y por una vez en toda mi vida, no sé porqué reaccioné de esa manera. Le estampé mis labios contra los suyos, y luego, le miré a los ojos.
— Vete, y tal como dice Josh: así estaremos la mar de contentos— y cerré la puerta en sus narices.
¿Eso qué había sido? ¡Qué había hecho! Miré mis pulso… ¡Estaba teniendo una taquicardia!- puede que no sea posible, pero lo parecía--. Mi respiración estaba tan entrecortada que creí que me ahogaría. Me separé de la puerta, e iba a coger el pomo cuando…
— Katy, estas en el dormitorio de mi hermana, algún día deberás salir…
Mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! Es verdad. ¿Había tenido un subidón de adrenalina? ¡Nunca había besado a un hombre! Penoso. Sí, a los vente años. Pero no era el momento de hablar en eso. Cogí todas las fuerzas que vi por el suelo, pues se me había debido de caer antes, y agarré el pomo.
Caí de bruces al suelo, empujada por una puerta que se abrió sin yo girar el pomo. La posición era un tanto incómoda pues solo veía los pies de Robert y los “besaba”. Si no fuesen por ellos me habría partido la boca por el golpe.
— ¿Katy? Estás bien? — preguntó con tono preocupado.
¿Porqué leches tenía que ser ahora tan adorable?
— Espera.
Me cogió por debajo de los brazos, y me ayudó a levantarme. No me preocupé en agradecerle nada, y menos a mirarle a los ojos. No sin una escusa para lo que había hecho. Tonta Katy.
— ¿Katy? — susurró. Me quedé como una tonta adolescente hormonada mirando como pronunciaba mi nombre. Era tan… provocativo.
¿Sería que lo que no había salido en mi adolescencia, saldría ahora? ¿Podría tener una combustión espontánea con sólo verle vocalizar mi nombre?
— ¡Aaaw! — grité en respuesta a mis pensamientos. — Tengo que hacer la comida. — avisé ya en dirección al segundo piso.
¿Pero cómo iba a pensar yo, que este…. Hombre me haría eso?
Me cogió de la muñeca, atrayéndome hasta él, y poniéndome a su altura, una cabeza y media más baja. Estaba a tan poca distancia de su boca y…
… lo que en mis quince años provocó que rechazara a todos los ligues que Alice me había buscado surgió.
— No… por favor…. Por favor no…— supliqué con los ojos cerrados y la frente sudorosa. ¡No por favor ataque de pánico ahora no!
— Katy…— musitó contra mis labios. Su aliento rebotó en ellos haciendo que me pusiera aún más nerviosa.
— Rob… no… lo hagas…
Me besó con urgencia y demasiada pasión, encarcelándome entre sus brazos y juntando sus manos en mi espalda. Evitaba que pudiera separarme de él, aunque mis brazos seguían arañando su abdomen por encima de la camiseta. Me arqueó hasta quedar inclinada, y con una mano libre sujetó mi nuca para no separarme.
— Noo…— lloriqueé con sus labios en mi boca.
¡Socorro! Gritaba mi mente. Me aventó hasta la pared, haciéndome gemir pues solté todo el aire bruscamente, y me encerró de nuevo con sus brazos, uno a cada lado de mi cuerpo. Intenté huir a la primera que pude- y yo tampoco sé porque ahora no podía aguantar su cercanía- pero me lo impidió alzándome sobre él, y encajando su cadera con la mía. Enredé mis piernas instantáneamente a su alrededor, con miedo a caerme, y entonces, la ansía de antes se apoderó de mí, y el pavor y miedo de hacía unos segundos desapareció. Enredé mis brazos alrededor de su cuello y con mi mano agarré su pelo, atrayéndolo más a mí. Ninguno tenía sus ojos abiertos, y ninguno decía nada. Sólo se escuchaban los bufidos y respiraciones entrecortadas.
— Katy…— balbuceó en mi oído con voz ronca a causa de su arranque. Ahí fue cuando mis ojos se abrieron de par en par, y ahí en cuestión de segundos de su cuerpo, en cuanto bajó su brazo para aferrar mi trasero.
Corrí todo lo que pude y me metí en el cuarto de baño abajo, mientras Robert me perseguía. Suerte que yo conocía bien esta casa, y él no. Y suerte que dudó otros segundos que para mí parecieron tan veloces como milésimas.
Cerré con pestillo y me metí sin siquiera mirarme en el espejo, o quitarme la ropa bajo el grifo. El agua congelada me hacía castañear los dientes, pero así podría quitarme esa sensación de encima.
Pensé que lo iba ha hacer…
Tercera persona
Después de que Katy se calentara con una ducha templada, salió con su albornoz azul, Robert se fue a sentar al sofá, pensando en la locura que acababa de hacer.
“¿Se puede saber que me provoca esta mujer?” se preguntaba una y otra vez “Primero la admiro, luego siento amabilidad por ella, más tarde, la odio con todo mi pesar y de repente me puse en plan estúpido con ella… pero…. ¿Qué había sido esa pasión y desenfreno que me había acosado sin permiso, cuando sus labios se estamparon contra los míos?”
Mientras, Katy se había atiborrado a calmantes con tal de poder hacer desaparecer esa sensación. La congoja, la ansiedad y el miedo tras huir de Robert hacia el baño, la habían abordado sin dejar ni rastro de la pasión incontrolable que la había hecho perder.
Había sufrido un miedo terrible y un no saber que hacer, cuando Robert la había besado. Se congeló al instante, y lo único que podía hacer era pregar y arañar al hombre que la estaba besando a la fuerza. “¿porqué ahora, y porqué él”? Se preguntaba.
— ¡Ya estoy aquí! — gritó Alice cuando abrió la puerta. — ¿quién se ha muerto? — preguntó preocupada al ver que nadie decía nada.
— ¿Y Katy? — preguntó a su hermano cuando dejó su abrigo en el recibidor y se dirigió hacía el ruido procedente de la sala de estar.
— Creo que en su cuarto…— dejó caer Robert con desgana— Te he preparado la comida. Está en el microondas. Aunque esté recién hecha, caliéntatela.
Alice, boquiabierta por la escena de su hermano cuidándola, se dirigió al cuarto de Katy.
— ¿Puedo? — preguntó picando varias veces suavemente a la puerta. — ¿Katy? — preguntó ahora angustiada.
Ella, por muy enfadada que estuviera, siempre daba señales de vida.
— ¡Katy abre! ¡No me hagas tirar la puerta abajo! ¡Sé que estas enfadad, pero dime que estas ahí!
Seguía sin contestar. Robert escuchaba alboroto desde abajo, y cuando se levantó del sofá, apagando el televisor:
— ¡Katyyyyyyyyyyyyy! — gritó Alice tras pegarle un golpe a la puerta.
Robert, tras ver resurgir ese estado de sobreprotección a su pequeña, corrió hacía la habitación dónde había dormida más saber que de Katy se trataba.
— ¡Dios mío Katy que has hecho! — lloriqueó Alice moviendo bruscamente a Katy por los hombros, sin reacción alguna de ésta.
N/A: Buuuuf, lo siento, me he retrasado tantísimo...TT Espero que les guste el capi. No sé, verdaderamente, cuando volveré a actualizar, porque esta historia la tengo parada temporalmente. En fin, espero no perder las poquitas personas que me leían.
Beeeeso.
NAlice.
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